lunes, 22 de agosto de 2016

Un banco público

Mi currículum vitae.
Cuando todavía no se había muerto el dictador, necesité un crédito de 25.000.- ptas., para un pequeño negocio familiar El director de la sucursal de la Caja de Ahorros de Navarra de mi pueblo me lo negó.
En aquellos días inicié un desvarío que todavía no ha acabado.
También por entonces, un señor de mi mismo pueblo, que era amigo del director general Caja de Ahorros de Navarra un tal Uranga Santesteban, al parecer no pudo pagar un crédito de cien millones de pesetas que le habían concedido con una solvencia más que dudosa.
Yo tenía cierta relación con este hombre que era de la edad de mi padre y hablábamos con cierta frecuencia. Javier, que se llamaba Javier, me atusaba el pelo por la parte de la nuca en un gesto afable que venía a decir: bendita inocencia.
¡Qué escándalo en el pueblo…!
Lo juzgaron y lo condenaron con cárcel y a pagar,
No pagó ni le pudieron quitar nada porque se lo había quedado todo un cuñado con una sociedad que todavía hoy sigue viva.
Murió el dictador le aplicaron la amnistía y salió de la cárcel.
Comencé con una lección que hasta el otro día no he aprendido.
Desde entonces mi relación con toda clase de entidades bancarias ha sido permanente y me muestro profundamente arrepentido.

Mi experiencia.
Puedo asegurar que por distintas cuestiones y circunstancias he solicitado en el sistema financiero más de mil operaciones de: prestamos, créditos, cuentas de crédito, líneas de descuento de todo tipo a algunas me obligaban, anticipo de facturas…
En cada periodo diferente de estos más de cuarenta años, he visto a los departamentos de riegos, en los que al parecer estaban los más listos de cada banco, dispensando criterios distintos de análisis a la hora de conceder un crédito:
Unas veces era la viabilidad del proyecto
A veces la solvencia y otras zarandajas que se corregían con firmas.
Y siempre lo que ellos llamaban: la confianza, que a veces venía determinada por la fuerza de las asesorías de informes comerciales.
Siempre he creído oír a última hora de la tarde, el rin ring de un teléfono, para decir que sí o para decir que no, a lo que alguien había solicitado.
La gran mayoría de las veces para decir que NO.
Y NO, no porque no fueran viables o solventes los proyectos que pretendían me financiaran y que les había puesto encima de su mesa de saber económico y financiero, que en realidad por muchos números que se hicieran, no lo podíamos saber ni ellos ni yo, sino que los negaban por la causa que fuera, porque no querían facilitarte la entrada a esa rueda de financiación en la que después, ningún dinero se devuelve.
En este punto, que nadie me pregunte cuál es la razón de las negaciones que refiero, porque se la daré y quedará por ignorante.
Para justificarlo ellos consigo mismos, desde diferentes ópticas, han preparado cada vez los documentos pertinentes para justificarse con los superiores:
- He visto informe que decía que había que dar el crédito porque los peticionarios iban los domingos a misa.
- Informes comerciales secretos de los solicitantes en los que cualquier parecido con la realidad era pura coincidencia.
- He visto la demostración de la inviabilidad de un proyecto que nada tenía que ver con el proyecto que se pensaba hacer realidad los aspirantes a ser financiados, pero que los del departamento de riegos los veían de otra manera más coherente.
- Nunca he visto los argumentos del NO
Mientras tanto he conocido a los siete grandes bancos del principio de los tiempos, que se reunían con cierta asiduidad y daban su opinión sobre la situación en la que vivíamos y repartían su punto de vista, las órdenes, de lo que había que hacer.
He trabajo con la Banca Pública comercial: Banco Industrial, Banco Exterior, Banco Hipotecario todos ellos absolutamente inoperantes para dar salida a los problemas reales de su especialización.
Y he conocido a los de aquí, a los enraizados en esta tierra hasta hacerme sangre: Caja de Ahorros de Navarra y su homologa de Pamplona, Caja Rural de Navarra y Caja Laboral Popular…
Y el Crédito Navarro y el Banco de Navarra.
Y a Botín mi musa bancaria.
Para colmar mi satisfacción los he visto ir cayendo y desapareciendo a casi todos ellos con unas defunciones sin funeral porque directamente todos iban al infierno.
Con mayor estrépito que a ninguno Caja Navarra, orgullo de los navarros, que me reconfortó con  mi historial bancario: ¡Antes quebrará Caja Navarra… que se vaya a la ruina la empresa para la que te pido el crédito…!


La Caja Navarra cuya mayor obra social, su mayor aportación a la economía han sido: las prejubilaciones de sus empleados, aquellos que nos miraban a todos los mortales por encima del hombro, y el reparto de créditos a los amigos del poder instaurado en esta tierra.

Necesidades sociales para la creación de un Banco público.
Hoy la verdadera necesidad financiera que incide en la vida cotidiana de la población y que está siendo atendida por la banca comercial con cierto desdén para darse más importancia.
Mantenimiento de una cuenta viva de cada uno de los clientes.
Cuentas en la que hay unos saldos muy limitados y que sirve de base para los ingresos y pagos de sus cuenta-libretistas en todos sus aspectos: nóminas, transferencias, recibos, tarjetas, anticipos etc..
Son el medio de operar y las carreteras de comunicación financiera absolutamente necesarias para el común de la población y que hoy están en manos de quienes si tienen muchos clientes y a todos les puede sacar un poco, consiguen millones nada más que pulsando una tecla.
La atención de esta necesidad por parte de las entidades financieras, que antes era la base estratégica comercial, ha llegado a un punto que ahora no puede soportar los costes que tienen, ni las exigencias de las estructuras que soportan y lo que antes era una atención debida,  empieza a ser una fuente de ingresos oportunidad que progresivamente la van haciendo fluir cobrando unos precios escandalosos en los que se produce un importante abuso de poder y posición.
En medio de esta crisis en la que están inmersas todas las entidades bancarias, este mantenimiento de las cuentas empieza a ser la base de la subsistencia de las sucursales abiertas al público tal y como están establecidas. Han instaurado progresivamente cuotas y comisiones, la mayoría de las veces arbitrarias, buscando el punto más alto que el cliente está dispuesto a soportar.
En los casos en los que el cliente por las circunstancias que sean, tiene la cuenta con la canaleta al aire, entonces se produce un ensañamiento difícil de justificar.
-          Mantenimiento de cuenta: trimestral, semestral, anual.
-          Cobro por recibos pagos o por movimientos de la cuenta.
-          Pagos en efectivo a terceros.
-          Extracción de dinero de la propia cuenta.
-  Mantenimiento de tarjeta de crédito o débito, más allá de lo que ya ha restado de comisión a quien ha cobrado a través de ella.
-  Cobros por transferencias que incluso se ha hecho el propio cliente.
-  Comisiones por cobro de talones u otros documentos de cobro.
- Comisiones por fechas de valor, números comerciales que llegan a suponer hasta el 6% del valor más alto de estas cantidades
-  Intereses por esas fechas de valor, sobrepasan el 100% anual.
 - Cuando hay alguna devolución o un pago fuera de plazo ahora ya se empieza hablar de 30.-€ que se sacan dentro de la manga.
Y sucede que:
Una vez que ha llegado a la sucursal desde la red de información interna la cuenta de resultados mensual en la que queda constancia de que los ingresos que se le imputan a la actividad de la oficina son menores que los gastos que ha de soportar la propia oficina con esos ingresos, el trabajo habitual de un director de la sucursal bancaria las tardes siguientes al suceso es: ordenador en ristre y con la luz apagada, entrar en la ficha de cada uno de sus clientes, allí donde están los conceptos que le aplican a la cuenta y con alevosía mover para arriba los cargos que entiende que el cliente tragará.
Luego al resto de los empleados de la entidad se les instruye para que ante esa contingencia digan: si nosotros no hacemos, si lo hacen los ordenadores de la central y por buena composición apostillar: ya veremos lo que podemos hacer para que reintegren un algo de lo que han cobrado.
Esta necesidad empieza a ser social impedir que establezca en el mercado el precio de una atención y un servicio mínimo a los ciudadanos en esa faceta que sin que sean grandes cantidades de dinero sin embargo la utilizan  inexorablemente casi cada día.


No se puede dejar que las calles carreteras y carreteras por las que fluye nuestro dinero, aquellas que usamos todos los días y por las que no se ha de pagar por su uso queden en mano exclusivamente de quienes saben actuar en su provecho con pequeñas cantidades a mucha gente.

Banca Pública para financiación de proyectos… ¿para qué…?
Debemos diseñar nuestro futuro económico y social en el trabajo y en la gestión del trabajo. No podemos volver a caer en el error de soportarlo en las estructuras financieras hasta hacerlas imprescindibles puesto que sus intereses serán quienes finalmente impriman su filosofía.
Quizás solamente por esta razón no podemos pensar en un Banco público porque finalmente servirán únicamente para:
-         Sacar adelante los proyectos del poder sea cual sea,
-         Salvaguardar los intereses del poder y hacerlo todopoderoso.
-´  Financiar a los amigos del poder con créditos cuestionables.
-         Y si acaso aliviar una añoranza sin sentido.
Porque sin duda es necesario cambiar la concepción de crédito a la que nos hemos acostumbrado en las últimas décadas en la que parecía que el dinero provenía de un manantial inagotables, incluso la concepción de los proyectos en un futuro en el que por otra parte hemos de tener un decrecimiento controlado.
El crédito ha sido una fórmula que se ha expandido e implantado en todos los niveles de inversión, para financiar proyectos, que en su gran mayoría hoy ya no tienen ni pies ni cabeza.
Es necesario diferenciar las diferentes necesidades de crédito.
- Crédito al ciudadano cuya mayor exponente sería la compra de la vivienda y que en vista de mantenimiento del precio del bien y el ajuste de los intereses ya ha quedado demostrado que la compra de vivienda, para una parte importante de la población, ya no puede ser una compra en firme porque no es posible que nadie pueda disfrutar de treinta años de estabilidad económica para afrontar su pago.
- Crédito para la actividad empresarial en las que prima el crédito a corto plazo absolutamente ineficiente y que para las inversiones casi toda la financiación se ha convertido en reenting y leesing a otros modelos en los que los intereses tienen una importancia marginal.
- Crédito para las instituciones públicas.
No creo que Banco público haya de estar sujeto a financiar las inmensas necesidades de los diferentes escalones de los estados que se tragarían sin pestañear todos los recursos de cualquier entidad financiera y que en todo caso ahí tendría que estar el Banco Central Europeo.
Y sabiendo que un banco público quimérico con los fondos fijos que mantengan un mínimo de solvencia íntegramente público soportado por todos o aunque fuera con participación de fondos privados, un banco publico que si un día generara beneficio, o no generara, será vendido de nuevo por los políticos de turno correspondiente.

Cuestiones que conviene tener en cuenta.
- El sistema económico financiero está montado de tal manera que:  ni quienes están en la cúspide de la pirámide y manejan dineros a espuertas, pueden devolver de golpe el dinero que deben y por lo tanto nadie está en condiciones de devolver el dinero a los demás sino muy poco a poco y con el dinero de los consiguientes créditos.
Así que nos encontramos en un sistema, en una economía, en un país en el que, aunque parezca increíble, no se ha pagado jamás un crédito, salvo los que se han saldado con la revalorización circunstancial de los bienes adquiridos.
Siempre se han pagado los créditos con los siguientes.
Las grandes crisis siempre han llegado cuando se ha requerido a pagar los créditos y ya no había más crédito para pagarlos

- El capital se remunera con el interés y esa condición está asumida ya sin contemplaciones por el sistema. Quien tienen dinero y ha querido tener otra clase de remuneración el capital lo ha tenido que convertir en tierra para remunerarlo con las rentas y este es el camino que se ha de consolidar con toda normalidad como contrapunto al crédito.
Que en la actualidad estén los intereses a cero no es una casualidad, no es un hecho inocente que se deba a la bondad intrínseca del sistema, sino que están sirviendo para sacar al sistema financiero de su colapso.
El hecho de que  los intereses estén a un precio u otro es una estrategia del sistema y sobretodo es una decisión política que es necesario argumentar y asentar a futuro. Es la mejor manera de tener controlado un factor de la economía parásito.
Y a medio plazo: que los intereses estén al mismo nivel que la inflación es una realidad que se va a mantener durante un buen periodo de tiempo y que quizás se haga crónica.
- Hay que extrapolar razonablemente al futuro la facilidad que tienen los Estado para fabricar dinero de la misma manera que produce otras tantas cosas innecesarias

Tratar de entender que el dinero puede ser un instrumento de cobro y pagos sin tener ningún valor es un camino largo que hay que emprender.

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