sábado, 19 de abril de 2014

La canalla de 1936


A poco que rascamos en la realidad social y política actual, no encontramos  que todavía una parte importante de lo que vivimos y sufrimos es consecuencia de la escarda que ordenó el Glorioso Movimiento Nacional en el verano de 1936 y la posterior guerra que provocaron los alzados.

Una vez implantada la estrategia del terror y del silencio durante las décadas del hambre, la miseria, la represión y el silencio ha sido muy fácil mantener esa filosofía de vida con raíces en el siglo XIX.
Es importante conocer aquellos tiempos republicanos para entender los que vivimos ahora y comprobar que con aquella escarda arrasaron algunas ideas que to davía no han renacido de aquella tragedia.

En la Canalla de 1936 trato de identificar a aquellas personas que con su aportación personal directa fueron quienes en cada pueblo y lugar, tras el alzamiento en armas de los militares, montaron las estructura de poder ilegitimas que pudo hacer posible que se ordenara el terror que escardó la esperanza de la mayoría social de aquellos años. Muchas personas de cuya responsabilidad y protagonismo se ha tratado obviar porque supieron hacer las cosas de tal manera de que en todo caso las culpas recayeran sobre otros.
                                                                                


  Epílogo a la Canalla de 1936.

Según los resultados de las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936, el setenta por ciento de la población navarra había votado a los partidos del Bloque de derechas y habían sacado los siete diputados que correspondían a la Provincia. De este dato se puede deducir, sin dudar, que en aquellos años republicanos en Navarra la población era: católica, monárquica, fuera carlista o borbónica, conservadora, militar y eclesial y a última hora: fascista y falangista para acabar en unos pocos meses siendo franquista.
El golpe militar tuvo su epicentro en Pamplona. Los primeros pasos civiles de su expansión se dieron en la provincia de Navarra tomando el poder político de manera violenta con las armas de la Guardia Civil y aprovechando el descuido de la población ante la sorpresa. Y fueron los jóvenes navarros con uniforme carlista o sin uniforme, los primeros que se subieron a una columna para llegar a Madrid y derrocar al Gobierno de la República.
Sabemos que en aquel verano de 1936, los alzados: militares, carlistas y falangistas y voluntarios que quisieron cambiar el mundo matando a quienes no pensaban como ellos, se encomendaron al Sagrado Corazón de Jesús e hicieron una escarda con la que arrancaron la vida a una quinta parte de quienes pensaban contrario a ellos. Pero hay que recordar que lo hicieron uncidos por la santa madre iglesia católica que los predestinó orgullosos a formar parte de una cruzada religiosa.
A fuerza de ser demócratas surgidos y amamantados en las reglas establecidas en la transición, cuya tarea más importante era fraguar un gran manto de silencio y degradación sobres los crímenes fascistas de 1936, nos encontramos ochenta años después, cuando el problema mal solucionado exige una solución correcta y un relato objetivo, con la realidad ineludible de que en una parte muy importante de la población navarra, en pueblos y ciudades, joven y con cierta edad, no sabe qué pasó entonces y tampoco le interesa saberlo.
El General Oliver Rubio y algunos golpistas locales
Hasta aquí hemos llegado y el resultado es que los herederos de aquellos carlistas y falangistas, los franquistas, conservadores, católicos y monárquicos, aquellas fuerzas religiosas y militares todavía mantienen el poder de hecho y de facto sin que haya hecho nada por aclarar la verdad y destapar sus consecuencias.
Y por eso quienes ganaron la guerra no reconocen con sinceridad y determinación a tantas víctimas inocentes, aunque sin embargo, por otro lado sin mostrar ninguna vergüenza, todavía mantenga públicamente los símbolos con los que honran la memoria de sus muertos y hagan recuerdo y enaltecimiento de sus héroes, allá donde quieren y pueden esquivar la Ley de Memoria Histórica.
Para eso sí que saben y no olvidan y quieren que nadie nos olvidemos.
Y cuando en algún momento o en algún sitio hacen por reconocer a las otras víctimas lo hacen desde la idea de que nadie sabe quiénes fueron  los que los asesinaron, y si cuando se nombran a los asesinos no se dan por enterados ni por aludidos: son tiempos pasados, gentes de antes que no estaban civilizadas, cosas irremediables que ya no van a volver a suceder y para cuando terminan su retahíla: la responsabilidad de los suyos ya ha desaparecido.
Saben de primera mano que todavía no han hecho el acto de reconocimiento de lo que hicieron sus mayores, de lo que hicieron sus preceptores para defender sus ideas y sus creencias. No les interesa contar y reconocer lo que hicieron sus correligionarios. Tampoco pueden sentir caridad cristiana ni solidaridad con el dolor consecuencia de los crímenes que cometieron, seguramente porque siguen convencidos de que como ya están muertos y no se puede hacer nada por ellos, es mejor olvidar, porque en otro caso bien muertos están y si acaso se mataron entre ellos.
Desde el bloque político que significa la derecha, en estas últimas décadas, todavía no han hecho el repaso objetivo y general de lo que hicieron y de las consecuencias que tuvo, y de las que han sobrevenido, y tampoco quieren entrar a valorar la gravedad de lo que destruyeron y el grado de culpa que tuvieron.
Eso sí, se han quedado con las rentas y con los dividendos.
Hoy en Navarra, las instituciones navarras, la ciudadanía navarra ha de conocer y reconocer lo que sucedió en el periodo republicano y poner blanco sobre negro qué pasó en los primeros meses de golpe militar y lo que los propios navarros directamente hicieron contra sus vecinos. Tenemos la obligación histórica de romper el silencio al que nos han sometido y hemos de obrar en consecuencia.
Que nadie quiera conseguir, con unos pocos diplomas de buena conducta a los familiares que lo soliciten, volver a silenciar de nuevo toda la esencia de lo que sucedió.

viernes, 5 de julio de 2013

Denuncia contra la Policía Foral


A la atención del Jefe de la Policía Foral.
de la Comunidad Foral de Navarra.
Buñuel a 28 de Junio de 2013.
 
Muy señor mío.
    Pasados unos días desde que ocurrieron estos hechos, como mejor proceda, voy a relatarle lo que me sucedió el pasado sábado 8 de Junio de 2013 en Buñuel, mi pueblo, para que conociendo estos hechos: pueda obrar usted según le dicte su profesionalidad y su conciencia.
 
Esa tarde, mi esposa Juanamari y yo, después de echar la siesta, decidimos ir al huerto a plantar unas tomateras y pasar la tarde en el campo. Eran la cinco de la tarde cuando salimos de casa. Aunque estaba nublado y amenazaba lluvia pensábamos pasar una tarde tranquila aunque hubiéramos de resguardarnos de algún chaparrón bajo el abrigo de la caseta.
   Cuando nos montamos en el coche no nos hubiéramos podido imagina qué nos iba a pasar en un par de minutos más en medio de la tranquilidad que ofrece un pueblo y que crea ese ambiente en el que no nos importa despreocuparnos de según qué cosas.
   Saliendo del pueblo a lo lejos vimos una pared roja que cortaba la carretera.
   Algo ha pasado, pensamos ante tanta demostración de fuerza policial.
 
Al acercarnos cuatro policías forales nos echaron el alto y nos urgieron a aparcar en el arcén. ¡Buenas tardes, estamos haciendo un control preventivo de alcoholemia… ¿le importa hacerlo? Me dice uno de los policías. ¡Sí, sí no tengo ningún problema….! ¡Sople durante unos segundos… bien sale cero…! ¡Claro, claro, no bebo…!
   Me cuesta adivinar que hacía un control de policía a las cinco de la tarde en un pueblo como el mío: un pueblo fantasma en el que es imposible que pueda pasar nada. Tampoco  entiendo cómo es posible que un procedimiento, una instrucción policial, pueda instar a cortar una carretera de estas características con tanto alarde como si se quiera así cortar el cierzo.
   Posiblemente el policía que me espetaba por la ventanilla escuchó estas mis preguntas en mis adentros. ¡Me da el carnet de conducir…! Entonces me veo con mi traje de hortelano lleno de barro, pero sin la cartera en el bolsillo. ¡No lo llevo… lo llevo en la cartera en la americana y me la he dejado en casa, porque vamos al huerto, que está ahí mismo, a doscientos metros a plantar unas tomateras... Me llamo Pedro José Francés Sayas y soy de aquí, de Buñuel. A continuación le enumeré mi carnet de identidad.
 
Tratando de relajarme y de transmitir confianza ante esta situación de pan y melón, y alimentando esa costumbre que tengo de dirigirme por su nombre a las personas con las que hablo, le pregunté al policía como se llamaba.
   ¡Este es mi número me contestó soliviantado…!
   Me paro a pensar ahora y no entiendo por qué quien tiene el derecho a pedir que nos identifiquemos no tengan la obligación de identificarse y que su nombre en lugar de ser Juan Miguel: sea un número.
   Además al policía le sirve su número y a mí no me sirve el mío.
   Hasta ese momento las palabras que me dirigió el policía 0646 eran las justas pero un tono imperativo que ya empezaba a intimidarme y a hacerme sentirme con una intranquilidad a la que no creo que nadie tenga derecho a someterme.
   Entonces se dirigió a mi esposa. ¿Y usted, usted lleva documentación…? ¡No, no la llevo, la llevo en el bolso y no lo he cogido. Juanamari le mostraba la bolsa en la que llevaba la botella de agua fría y las plantas de tomate. ¿Puedo ir a casa a por ella…? Les preguntó mi esposa. ¡Vivimos aquí mismo…! ¡No, no, ustedes de aquí no se mueven… les llevaremos a identificar al cuartel de la Guardia civil…!
 
Ante la incapacidad del policía para entender y admitir con normalidad que dos personas mayores que tienen todo el aspecto de ser matrimonio serio y responsable fuéramos a la hortaliza sin llevar el carnet de conducir ni ningún otro documento que los identificara, y estando su domicilio a menos de trescientos metros, yo tan solo advertía unas disposición inmensa a amargarnos la tarde con su abuso de autoridad.
   Así era. En otro caso nos hubieran dicho: circulen y buenas tardes.
 
Un segundo policía, el 0968 se acercó a la ventanilla con una sonrisa de esas que se muestran traicioneras aunque se trate de ocultar sus intenciones. ¡Por favor: me da la documentación del coche…! Juanamari sacó la documentación de la guantera y se la entregó. Como el coche es de nuestras hijas el problema de identificación no solo no se resolvió sino que se complicó.  ¡Y además, la I.T.V. la tienen ustedes caducada…! La sonrisa se tornó en maliciosa. ¡Les vamos a tener que denunciar…! ¡No puede estar caducada: el vehículo lo compramos en el mes de agosto del año pasado y entonces la tuvo que pasar…! Les dije seguro de lo que decía porque además es verdad. ¡Eso será lo que diga usted…! Me contestó el policial mostrándome la seguridad de que le estaba mintiendo.
   A través de la ventanilla del vehículo, hubo un serio cruce de palabras en el que los dos policías nos empezaron a tratar como si fuéramos unos delincuentes a los que les habían hecho presa y a los que no se podía dar ventaja ni mostrarles un ápice de piedad.
 
Mientras tanto, y ya habían pasado más de diez minutos, yo me había percatado de  que a dos metros del coche, un tercer policía me llevaba mirando fijamente escondida su mirada tras unas gafas de sol, en jarras, y en una posición: chulesca, inquisitoria, y amenazante. ¡Si me vas a seguir mirando, por educación, por lo menos quítate las gafas, que está nublado…! Por primera vez puse pie en tierra para liberarme de esa sensación de acorralamiento en el que me habían colocado sin darme cuenta. El policía volvió a tomar nota en una libretita que llevaba en la mano. Yo vi su placa 0985.
 
¿Es posible que estemos formando a los cuerpos de seguridad con criterios democráticos y de respeto y cercanía a la ciudadanía, o por el contrario, cuando se muestran nuestros policías ante nosotros los ciudadanos con esas poses tan típicas de la películas americanas con las que se distingue al policía malo, nos demuestran que en realidad estamos conformados cuerpos de seguridad en lo que el principal objetivo es amedrentar a la población y atentar contra los derechos más elementales de las personas…?
   O ¿Serán imaginaciones mías…?
 
Pero ya estaba muy nervioso y Juanamari también salió del coche, estaba angustiada y ya no sabía qué hacer ni qué decir. ¡Pedro tú estate tranquilo…! Me decía asustada y previendo lo peor ¿Por qué no puedo ir a casa a por su documentación? Les dijo a los policías que no podían parar siguiendo su guion para  mostrar firmes su fuerza y autoridad. ¡Va a ser la mejor solución, que vaya esta señora a su casa…!
    Juanamari salió hacia casa preocupada de dejarme solo y corriendo a traer la solución.
 
Cuando me quedé solo me aparte del coche y de los policías y uno de ellos se acercó y quiso mostrarme otra versión de lo que estaba pasando. Es importante que usted como Jefe de la Policía conozca este detalle. ¡Tienen que entender que nosotros somos unos mandados y que hacemos lo que nos mandan…! Me dijo. ¡Ya, ya y obedecéis sin necesidad de que os manden…! Le dije. Y el día que os manden matar, matareis y diereis que habéis matado porque os lo han mandado. Pensé pero no lo dije.
 
 Estaba solo en una carretera en la que en los últimos treinta minutos no había pasado ningún coche. Buena prueba de la escasa racionalidad de poner un control preventivo en un punto en el que hay muy poco que prevenir. Además, seguramente ante tanta ostentación de fuerza policial que había en la entrada al pueblo, si algún vehículo circulaba hacia la salida, desde lejos, la veían sus conductores como la había visto yo y tomaban otra calle para no toparse con la autoridad. Si no es que se había corrido la noticia por el pueblo de que allí estaban y todos que pensaban salir habían decidido quedarse en casa.
   Pasaban los minutos de manera rápida y mi corazón también aceleraba su ritmo.
   Ellos llevaban las pistolas al cinto y yo solamente veía sus pistolas.
   Eran sus pistolas las que me impedían que me fuera al huerto a pasar la tarde. Pensaba en salir corriendo hacia el huerto y descansar en el porche de la caseta pero tenía miedo. Recordé que en esa misma carretera, en otros tiempos, al menos tres personas habían sido abatidas a tiros cuando escapaban del terror que habían creado otros hombres armados.
   Que se habían querido fugar alegaron sus cazadores.
   Por favor dejen que me vaya. ¡Usted quédese ahí y no se mueva…!
   La sensación de terror iba creciendo dentro de mí hasta que en un momento puse el coche en movimiento y me bajé mientras el coche seguía andando. Alguno de los policías gritó: ¡No se mueva...! pero yo ya no sabía qué hacía. Entre aquellos cuatro policías que hacían ostentación de superioridad e impunidad, el maltrato sicológico al que me estaban sometiendo de manera sutil se apoderaba de mí y estaba haciendo mella y ya no me importaba que el coche siguiera andando solo.
 
Mientras tanto el policía que aparentaba ser el jefe anotaba todo discretamente en la libreta pequeña tal y como recuerdo que hacía el teniente Colombo y me retrotraía a otros tiempos que me atenazaron de joven y que al parecer han dejado huella en los modernos procedimientos.
   Poco a poco me estaba sintiendo muy mal físicamente.
   ¡Por favor… déjenme irme de aquí, que verán el coche aparcado en el huerto que está ahí mismo…! Les pedía por favor sin que mis ruegos le hicieran cesar en su ensañamiento. Soy diabético y la glucosa me subía por segundos engordando mi lengua hasta el punto de no poder articular las palabras y sintiendo la sed secando mi garganta. Sentía una presión dolorosa en mi cabeza porque me estaba subiendo la tensión sanguínea. También tengo un problema de subidas inminentes de tensión.
   ¡Por favor… déjenme irme de aquí…!
   Quería escapar de aquel espacio que se había cerrado en mi entorno con una tela de araña de terror. ¡Por favor déjenme ir que me estoy poniendo enfermo… que estoy enfermo… que soy un enfermo… que me está dando una subida de azúcar y me va a estallar la cabeza por la tensión. ¡De aquí no se mueve…! Nada de compasión. ¡Si quiere llamamos a una ambulancia. Un poco de compresión del manual burocrático. ¡Sí, sí, llámenla…! ¡Ya ve que si hace falta también estamos para servirle…! Me dijo el policía 0533 con cierto recochineo con el que el ensañamiento envuelto entre un poco de cinismo mostraba toda su crudeza.
    La situación comenzaba a sacarme de mis casillas.
   ¡Por favor llamen a un médico que me va a estallar la cabeza…!
 
Los minutos que pasaron mientras llegaba la ambulancia me llevaron a comprender y contrastar la conducta de estos cuatro policías en esta tarde que difícilmente olvidaré.  Si cuando los vi la primera vez me pareció que estaba haciendo un despliegue excesivo para estar patrullando en un pueblo anodino como el mío; si luego vistos de cerca tenían una pose con la que imitaban a los policías malos de una película mala; ahora, pasada más de una hora los estaba apreciando como unos hombres degenerados, que en ese no saber qué hacer con ellos que tienen sus jefes, se habían tomado como un entretenimiento con el que pasar la tarde: la cruel hazaña de amargarnos la tarde, sin más placer que demostrar su poder y su autoridad y quizás en último extremo su impunidad.
   Nos había tocado a nosotros como le podía haber tocado a cualquier otro
 
Yo estaba aterrorizado pero al ver venir de lejos a Juanamari me fue llegando un poco de tranquilidad aunque se asentaba la idea de que la conducta, de que el comportamiento criminal de estos policías, me estaba llevando a un colapso físico y casi a la locura.
   Comencé a gritarles y a insultarles y a acusarles.
   No recuerdo qué les dije, ni lo quiero recordar.
   Y llegó el médico. 296 de glucosa 23-11 de tensión.
   Por favor sáqueme de este espacio de terror.
   Y llegó la ambulancia.
   A las seis y medía salíamos hacia el Hospital de Tudela.
   El parte médico está en el juzgado.
 
Pasados más de veinte días todavía no he recuperado el tono vital y aún, sigo teniendo miedo sin embargo me han condenado en un juicio en el que no estaba presente.
Pero esa es otra historia.
 
Como mejor proceda espero su contestación, si no para pedirme disculpas sí al menos para explicarme cómo y porqué pueden ocurrir estos sucesos a un matrimonio de cincuenta y algunos años que van a pasar la tarde al huerto de su propiedad en su propio pueblo.
Muy atentamente.
Pedro José Francés Sayas.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Requien por Caja Navarra.

        En estos días, algunos políticos están tratando de destapar y hacer públicas las irregularidades de todo lo ocurrido en la dirección política y económica de CAJA NAVARRA. Estos representantes consideran que hacen análisis y planteamientos, reivindicaciones y denuncias desde una visión social de izquierdas y que en definitiva tratan de cambiar el estado de cosas que han dejado los autores del desaguisado. Con esta actividad de denuncia pretenden acorralar en el Parlamento de Navarra a los consentidores y autores indirectos del estropicio, a la ideología que los sustenta y hacer caja de resonancia social y política que avale su futura honradez. Por otro lado estas actuaciones de denuncia también tratan de esclarecer las extrañas circunstancias  que en medio de una crisis inapelable han dado con la desaparición paulatina en los últimos años de la entidad bandera de Navarra del mundo financiero autóctono.
        Para ello bandean algunos argumentos inocuos: sedes absurdas, dietas, información privilegiada, créditos blandos, viajes, vacaciones.
        ¡Vah poca cosa…!
        A quienes acusan se defienden como gato panza arriba.
 


Estos políticos, mientras que todo sucedió, estaban allí y de poco se enteraron, ahora han de utilizar unas pobres informaciones que han aparecido en los medios de comunicación para tratar de poner cerco a los maquiavélicos dirigentes.
 
      A la par, tenemos sirviendo de correa de transmisión, a un movimiento social y de consumidores que se desgañita tratando de imputar por algún delito a los antiguos dirigentes de la entidad: tanto técnicos como políticos, recabando el apoyo popular con un considerable éxito pero con ninguna eficiencia.
       Sin duda que tienen mi apoyo aunque le haya de valer de poco.
      Sin embargo, nadie se atreve a entrar en el aspecto más trascendente y profundo que ha significado la verdadera corrupción, desfalco y descalabro de CAJA NAVARRA. Nadie denuncia que en realidad se ha hundido con todos los recursos que habían cogido de aquí y allá a los navarros y dejando un espacio económico más o menos quebrado, pero que en realidad, ha habido quienes se han beneficiado y han sido los suyos. Los de quienes han tenido la sartén por el mango y que se han visto gratuitamente beneficiados durante mucho tiempo.
        La capacidad que ha tenido la estructura empresarial y humana en cada rincón de Navarra, la red económica y de intereses que ha tejido CAJA NAVARRA que llegó a representar los ahorros de unos y el crédito de otros de más de la mitad de la población, la ha utilizado los políticos que coparon el poder de una manera un tanto arbitraria en los últimos años se pusieron a jugar sin destreza en el juguete financiero que tenían en sus manos y que lo podían ver corretear desde las mismas ventanas del palacio de gobierno para invertir el dinero allá donde han querido y prestárselo a quien han querido. Pasadas estas dos décadas han quedado huellas y heridas que son difíciles de borrar y curar.
       En ellas está la verdadera corrupción.
       A quiénes les han llenado los bolsillos
       Y a quiénes les han negado el pan y la sal.
 
       En la última semana han sido varios los amigos con los que he comentado y discutido sobre este asunto y por los argumentos que utilizaban en mi contra me he decidido a escribir estas páginas.
      No seré yo quien defienda en estas reflexiones a los políticos que han trabado y manejado el sistema en estos años y si no en la cárcel sí que me gustaría verlos pronto en sus casas criando geranios.
      Ahora resulta divertido observar cómo se van dando las cosas.

Lo primero que he de decir es que por muchas razones que seguramente quedarán patentes en estas páginas, yo estoy muy satisfecho porque esta entidad financiera haya caído estrepitosamente y haciendo el más inmenso de los ridículos. Me alegré de que su poder se hubiera diluido como un azucarillo y que los políticos que nos han gobernado y que nos gobernaran fatalmente, de una manera u otra, se haya quedado diezmada esa parte de poder tan trascendente y determinante como oscura.
       No voy a llorar: ni por la entidad, ni por quienes trabajaban en ella, y mucho menos voy a llorar de la misma manera en la que lloran muchos porque se haya caído una piedra del sistema pero que entre llantos y lágrimas siguen trabajando para que el sistema se sostenga y enderece su rumbo y si es necesario que esta piedra angular de la economía patria se vuelva a reconstruir de alguna manera.

Quien quiera considerar que la labor de CAJA NAVARRA tenía o podía haber tenido las características de un Banco Público está muy equivocado. Quien pueda esperar que un ente como este fallecido pueda ser recompuesto para que pudiera servir como una nueva manera de entender la financiación pública, también.
       Hace más de veinte años, cuando las cajas de ahorros quisieron entrar en el mundo comercial: el de los grandes negocios y empresas y del movimiento vertiginoso del dinero y de servicios de la banca comercial y así acabaron con la idea de Banco popular y público. Cuando decidieron dejar en un segundo plano la condición de caja de ahorros y montes de piedad con el que apoyar a los más necesitados de la sociedad y el crecimiento económico sostenido en el suelo social, todo cambio inexorablemente.

Han sido muchas veces las que en los últimos años había intuido pronosticado incluso deseado este fin, que más que dramático ha sido cómico, sobre todo por la manera que tienen ahora de escurrir el bulto todos los que allí estuvieron, de los unos y de los otros. Sin presunción de ninguna clase pueda asegurar que desde fuera se veía con claridad que era imposible mantener el estatus que se mantenía en esa entidad. Esas muestras se superioridad y suficiencia que se podía observar cómo se hacían presentes en: las mejores oficinas, las mejores instalaciones, los mejores sueldos, los mejores trajes y las mejores camisas. Yo lo he visto cuando he ido a sentarme un rato para pedir financiación.
      A más de algún director de sucursal y de las altas esferas, ya le había asegurado en varias ocasiones cuando me veía impotente y contra las cuerdas porque no me daban financiación: ¡Antes caerá la CAJA de AHORROS que esta empresa para la que vengo a pedirte financiación para tal o cual proyecto…¡ Fue a alguno de aquellos que aparentaban ser ministros de economía.
       Paradójicamente, aunque esta crisis está siendo muy dura, casi todas las empresas por las que recuerdo pasé y que en algún momento sucedió una conversación similar a ésta, en medio de la crisis todavía están con vida vadeando el temporal tan instruidas como están, desde hace tiempo a vivir sin crédito.
        Así se fueron buscando la ruina estos banqueros de gobierno.
        Y así nos fueron perjudicando a todos: a unos más que a otros.

Los dueños de CAJA NAVARRA aprovechando el mercado en el que era dominante para hacerse pilar fundamental del sistema en la comunidad. Decidieron que habían de tratar de coger de las cartillas de jubilados y empleados con nómina como una manera de hacer cautivo una parte importante del mercado de pequeñas imposiciones y pequeños créditos con las cuentas aquellos atípicos que se inventaba el sistema financiero cada día y había que cargar en las cuentas deudoras todos aquellos gastos que se pudieran imaginar aunque ninguno de ellos se ocasionara y pusieron en marcha un nuevo proceder con el que tener más poder político económico y social siempre con arreglo a la normativa del Banco de España.
       Había que empezar a hurtar en pequeñas cantidad.
       Robar que se dice en mi pueblo y que suena más real.
       Robar de pocos a pocos para quedárselo para ellos en su caja.
      Y sobre todo, ojo al parche, para robarles más a los que estaban en las peores condiciones económicas, a aquellos que no pueden protestar y que además han de quedar agradecido. Actuaron de la misma manera que la banca tradicional más tramposa y usurera, aquella que provee de dividendos a los accionistas sin importarles cómo se ha ganado el dinero... y todo para ellos.
      Cuarenta y cinco por ciento T.A.E.
       Esto yo lo he visto en miles de ocasiones.
       Posiblemente hubiera una parte muy importante de los empleados que nunca entraron a este juego, incluso que nunca se enteraron de que este juego existiera, que con alguno de ellos me he encontrado, y si lo conocían y participaban en él posiblemente lo hicieran que era norma y no tal inmoral y nauseabundo como se puede apreciar en estos tiempos de penurias.
        Pero eso es lo que había y sabiendo o sin saber: iban cogiendo cucharadas.

 ¿Y quiénes son ellos…?
        Ellos son ellos y los suyos.
        Sin necesidad de ser accionistas de nada. No les ha hecho falta.
        Los primeros afectados de la caída de la ensoñación han sido los empleados que encontraron su trabajo en los últimos veinte años al pairo de los tiempos llamados democráticos y que han visto cómo los veteranos se fueron yendo con los bolsillos llenos y ellos se van a quedar hasta sin mesa de trabajo.
       Aquellos empleados que fueron saliendo hasta ayer y que se creían mucho más que nadie nada más que porque trabajaban en la caja, en la de Navarra, no en las otras, que las otras eran otra cosa.
       Eran los empleados de la caja.
       Unos empleados subidos en una montaña de soberbia y con más dignidad de pega que un ministro de economía, de mayor nivel que cualquier otro empleado de banca tal y como ellos tienen una profesión que es difícil de discernir si son banqueros o bancarios pero que en realidad son unos ladrones que han aprendido a robar con arreglo a la ley y no les ha importado porque en ellos les iba el sueldo.
       Soy consciente que esta acusación es muy grave.
       Cualquiera se sorprenderá de que la haga sin despeinarme pero es que estoy tan acostumbrado a verla cada día que ya tengo el convencimiento de que ni siquiera haya de explicarla porque todas la personas que hayan tenido algún contacto con ella y le hayan ido un poco mal dadas las tiene que haber visto como lo he visto yo.
       La CAJA NAVARRA desde de mando del Gobierno Foral y con el asentimiento de todos los grupos políticos parlamentarios, tenía como principal objetivo social aupar la economía de los navarros luego les pagó a todos ellos por su labor de brega cuenta a cuenta.
        Para dar forma al objeto social, crearon una red de beneficiarios entre las personas mayores con los Club sociales y en los últimos años con la estrategia de “tú decides” crearon un apoyo democrático a los más audaces proyectos sociales… pues no: a pesar de esta red social que daba barniz a sus chanchullos su mayor obra social ha resultado ser los planes de pensiones de quienes contrataron entre los años setenta y ochenta y que les han servido casi tres décadas.
        Esta es una de las caras más ancha de la corrupción.

       En estos últimos meses se ha sembrado muchas reticencias sobre la labor y conducta de los nuevos propietarios en el fondo porque el alma navarra ha perdido el control del poder y lo que es peor porque ha sido sustituido por el poder catalán que cualquiera sabe dónde va a ir a parar. Piensan ellos que han visto desparecer su chiringuito.
       Esta es otra cara más de la corrupción: su chiringuito.
       Ha sido su aspecto más transcendente y grave.
       En estos últimos veinticinco años, he visto proyectos denegados porque no había una empatía ideológica y más que nada porque no había una llamada que los alentara.
        En este tiempo, en mis acercamientos por cuestiones de financiación a las distintas sucursales de la entidad he visto, todo legal, financiación a todo tipo proyectos que estaban muertos antes de iniciarse pero que habían sido premiados con el beneplácito de la autoridad, algunas veces una subvención importante que también era susceptible de ser financiada. Casualmente en algunas ocasiones he sido testigo de cómo con una llamada de teléfono se daba por aprobada una financiación de cierta envergadura o por denegada. He visto proyectos inviables que además en última instancia había sido avalados por SONAGAR proyectos que eran auspiciados amparados y alentado de una manera u otra por el poder político pero siempre dirigidos a sus intereses, a los intereses de los suyos.
        Así es como se han apoyado unos proyectos y no otros, a unas empresas y no a otras, a una zonas y no a otras, a unas familias y no a otras y en definitiva a muchas le han regalado el dinero y las oportunidad y lo que es peor: “todo con criterios profesionales y empresariales…” lo he podido comprobar en muchas ocasiones.
        Nunca me he podido creer que fuera casual que empresas con una buena estructura financiera y solvente con unos balances bien equilibrados nunca encontraran financiación en CAJA NAVARRA y sin embargo a la vez comprobaba como empresas descapitalizadas y con unos proyectos vacíos  eran financiados a mansalva incluso con el aval de SONAGAR.

Por último también creo que hay un aspecto que es determinante y que tampoco se cuestiona. Yo no voy a defender a Enrique Goñi, que en definitiva es la mano ejecutora de todo el chandrío que se ha organizado en el último tramo, pero estoy convencido, porque lo he vivido muy de cerca, que todo había empezado antes con los designios y las formas de hacer de Lorenzo Riezu y los suyos.
      Su modo de proceder era una manera discreta de seguir los mandatos y los designios del alma de la unión del pueblo socialista de Navarra para no ser menos que ningún otro vecino. Aquella estructura profesional trataba de que toda la organización defendiera unos sentimientos muy específicos y los intereses consiguientes poniendo en práctica aquello que había que defender
       En cuántos proyectos sin sentido se invirtió en oposición a otros.
       Aquellos tiempos no son inocentes de lo que ha sucedido ahora.
       Las primeras cartas del castillo de naipe se colocaron entonces.
       Un cambio de sistema de manera engañosa y solapada.
       Esta ha sido la verdadera corrupción.

El aspecto que hay que tratar de darle forma y meterlo dentro la historia para poner marco a las denuncias y reivindicaciones y alternativas. Porque lo moderno de ahora, lo que ha llevado a la quiebra a la caja de Navarra con los vaivenes de la crisis tiene otros progenitores, Solchaga, Solbes, Rato y Almunia.
      No me cabe duda de que una parte importante de la población señala con el dedo a los trileros, pero son sus trileros, y les acusa ahora, pero es igual, porque están de acuerdo con el sistema, ese sistema que respetaba sus privilegios y lo absorberán mañana.
      Menos mal que ha caído: porque quienes nos dirigen esta ruleta infernal de unos contra otros en vez de todos para todos, se han quedado sin su juguete con el que poder sacar para adelante sus ensoñaciones.

Todos tienen ya suficiente castigo.

lunes, 21 de mayo de 2012

La ideología de Garzón


Seguramente que casi todas las personas que opinamos sobre las luces y sombras de este hombre, estamos de acuerdo en que es un juez mediático, una estrella pública que está a punto de caer de su cielo. Más difícil es contestar a la cuestión de que: si es un juez que trata de encontrar la justicia, que es de lo que trata su labor profesional, o si en cierto modo, es un político que trata de propagar su ideología hasta asentarla firme en la conciencia de la sociedad y si no será éste su proyecto para pasar a la posteridad.

Yo creo que este juez es un político sin necesidad de estar en la política activa, ya que cuando estuvo y trataba de ser un pilar del ejecutivo gobernante su experiencia fue agria y duró muy poco. Estoy convencido y por eso la razón de estas reflexiones, de que Garzón con independencia de que la justicia florezca en sus actuaciones, trata de confeccionar ideología social y política desde ese puesto de funcionario público que ostenta y en el que tiene ciertas posibilidades a su albedrio.

Desde luego que se le conoce al señor Garzón por ser juez, juez de instrucción de procedimientos penales de la Audiencia Nacional. Pero hay que entender que su ideología la fabrica desde su experiencia y su trabajo como penalista. Con su trabajo ha construido su ideología desde una concepción penal de la vida. Este aspecto es muy determinante y como un mínimo de prevención, ya sería una razón a tener presente para hacer un análisis de la actuación de un doctrinario cuyas líneas de organización social las marca con prioridad y sentido: el endurecimiento de la ley, la pena y el castigo.

Un juez que desde su puesto de trabajo ha obrado tratando de ser un funcionario aventajado ante los ojos de quienes le podían ver crecer. Con su labor, al parecer muy ardua, ha servido a los intereses y la forma de pensar de la derecha y la extrema derecha, y aunque no lo quieran reconocer también ha sido un valedor para la izquierda formal asentada en el poder. Su coartada ante la opinión pública para actuar como ha querido ha sido su fidelidad al poder constitucionalista y las razones de Estado de cuyos valores ha sido adalid.

Sin querer entrar en las circunstancias del llamado conflicto vasco que es al que normalmente nos arrima a la discusión pero que hace el camino de la reflexión más farragoso, estos son los cuatro aspectos de su actuación que hay que tener en cuenta para mostrar la carga ideológica que ha arrastrado y sembrado en el tiempo.

A este intrépido hombre, sobre todo, lo conocemos desde hace veinte años trabajando incansablemente como juez en la legitimación de la Audiencia Nacional. Esta institución penal es una estructura judicial excepcional y que aunque la decoren otras ambiciones que casi nunca satisfacen a nadie, sobretodo, está diseñada para juzgar al disidente sea del tipo que sea. Este aspecto excepcional es sabido, reconocido y aceptado desde la premisa que se ha establecido sin ninguna garantía, de que: quién nada ha hecho nada tiene que temer.

Quienes han sufrido su desidia directamente en sus carnes, recuerda la cuestión de las torturas, que sin duda es un reproche habitual, muy difícil de discutir y esquivar, y que sin dejar lugar a ninguna duda es responsabilidad de quien son los garantes de la ley y el orden. Más de algunos testimonios escalofriantes he leído en estos años en los que él actuaba como buen juez lavándose las manos. Los hábitos de torturas impunes se han normalizados por otros lares.

Desde la escasa capacidad que una parte de la sociedad tiene para expresarse, la libertad más importante es la libertad de expresión, aquella que nos sirve a voces para defender el resto de libertades. Atendiendo los deseos del señor Aznar, este juez actuando como el juez que incoaba la instrucción del cierre de EGIN, asentó la idea de que los medios de comunicación,  se podían cerrar y que no pasaba nada. Luego han venido otros cierres y censuras quizás sin necesidad de siquiera recurrir a la jurisprudencia y sin que nada se resquebrajara en el orbe democrático.

Este juez, no sólo ha colaborado, sino que ha perpetrado, en uno de lo atentados sociales más peligros que yo recuerdo. Desde la idea perversa de que todas las personas que en el ejercicio de su ciudadanía no están de acuerdo con el sistema son de E.T.A., ha legitimado a las estructuras más represoras de la población civil y ha dado sentido a la manipulación de la realidad social por parte de los pregoneros del poder. Las consecuencias de este atentado se pueden comprobar cada día, porque esta idea ha calado en el pensamiento social hasta el punto de que una parte muy mayoritaria de la población está convencida de que las personas que son como yo, somos unos terroristas. Y mis mejores compañeros y amigos, también. Cuando además nosotros sabemos quiénes son los que en realidad practican impunemente el verdadero terrorismo. Esta forma de hacer y de pensar ha sentado precedente y la teoría que la sustenta han calado en las escasas meninges sociales.

Si hay que llegar a la última imagen de verdad y mostrarla esquemáticamente, su enjuiciamiento en los tres procesos en el Tribunal Supremo, alguno de ellos con un cierto olor que provoca la nausea, se lo han auspiciado aquellos para los que ha estado trabajando durante toda su vida como juez, aquellos que lo alimentaron y lo engordaron como estrella, aquellos para los que sirvió sin escrúpulos y que le prometieron inmune, y ese procesamiento, es consecuencia de la traición infame que aquellos han sentido por parte del juez. Esta es una batalla entre ellos en la que creo que no merece la pena tomar partido.

¿A quién se le ocurre investigar lo del 1936? ¿No sabe que callar aquello es lo que nos ha dado legitimidad a todos? Se preguntaron ellos y yo pregunto: ¿no sabe que del silencio del 1936 no es ni inocente ni ignorante? ¿Por qué se aprovecha ahora de la buena gente para utilizarla en su defensa?

Poco mérito tiene lo que el juez haya podido hacer a niveles internacionales puesto que lo que ha procedido a hacer en el exterior únicamente ha sido una coartada para hacer más creíble su mensaje ideológico. Y lo peor de todo es que incluso lo que pretendía hacer con los hechos del 1936, simplemente era a reforzar sus teorías políticas y sociales basadas en la impunidad para actuar de la maquinaria penal, que muy poco tiene que ver con la defensa de los valores republicanos.

Como se puede apreciar los pilares de su actuación con la que ha teorizado su ideología y practicado en su labor judicial, es una ideología que refuerza más todavía el Estado totalitario que ya disfrutamos, es animar a que se refuerce el control de las minorías, es esa visión penalista que tanta fuerza tiene entre la derecha, es la derecha más extrema esa que trata del palo y el silencio.

Es la ideología de la misma derecha que ejecutó en el 1936 y que con la ayuda de una parte importante de la izquierda, silenció setenta y cinco años de historia.